Con la llegada del otoño y los días de lluvia y frío, es más difícil conseguir que la ropa se seque rápidamente. Para ello, recurrimos a las secadoras y tendederos eléctricos. ¿Pero cuáles ofrecen más ventajas? Si analizamos ambos aparatos, los tendederos eléctricos ganan la partida.
En apariencia, los tendederos eléctricos son iguales a los convencionales. La diferencia es que incorporan un calefactor eléctrico que aporta una determinada cantidad de calor a las barras que permite secar la ropa rápidamente. Basta con enchufarlo a la red eléctrica y encenderlo pulsando un botón. Frente a una secadora, el tendedero eléctrico ofrece muchas ventajas:
Ocupa menos espacio. Un tendedero eléctrico se puede plegar y guardar en un armario mientras no se usa. En cambio, la secadora, que mide unos 60x60 centímetros, ocupa un espacio importante, lo mismo que una lavadora. Por lo general, los tendederos eléctricos están fabricados de aluminio, lo que les hace ligeros y fáciles de mover por casa. En general, son mucho más versátiles y prácticos en hogares con poco espacio.
No daña la ropa. Aunque las secadoras tienen programas para ropa delicada, el uso del tambor y el aire caliente para secar las prendas puede estropearlas fácilmente. Algo que no ocurre con un tendedero eléctrico, donde no hay centrifugado y puedes colgar todo tipo de prendas delicadas sobre sus barras.
Consume menos y es más eficiente. Uno de los principales inconvenientes de una secadora es su alto consumo: entre 1600-2500 vatios. Un tendedero eléctrico consume sólo 100 vatios, lo mismo que una bombilla. Y eso se nota en la factura de la luz.
Es más económico. Mientras una secadora puede costar entre 300 y 500 euros, un tendedero plegable puedes encontrarlo a partir de 30 euros. Un ejemplo es el modelo eléctrico Comfy Dryer, de seis barras, con un precio de 29,95 euros; o ya más completo con 30 barras, el Comfy Dryer Compak, disponible por 107 euros.
Fuentes: Blog de decoraciones | Tienda Twenergy
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